Watch List notes:

8 escudos. 1761. México. MM. Toisón junto a la fecha. VI-1632. Finas rayitas en el rev. R.B.O. MBC/MBC+. Muy rara. Tras la proclamación como nuevo rey de Carlos III, la reina Gobernadora (su madre Isabel de Farnesio), informó a los Superintendentes de las cecas americanas de que las acuñaciones debían hacerse "sin otra alteración alguna" que el nombre del nuevo monarca (Buen Retiro, 5 de septiembre de 1759). Por eso, las acuñaciones de oro mexicanas mantienen en las piezas de 1760 y 1761 el reverso de las piezas de Fernando VI (tanto la leyenda, como el diseño de las armas reales, que sólo se cambiarán a partir de 1762, cuando se recibieron las nuevas matrices y muestras remitidas desde Madrid). En anverso se cambia el nombre del monarca y en vez de utilizar el busto de Fernando VI se decidió hacer uno nuevo para Carlos III, donde la mayor modificación fue el cambio de peluca (que ahora es corta) y sobre todo la colocación del Toisón que en vez de estar sobre el pecho del monarca cae hasta colocarse, prácticamente, en la leyenda, justo al final de la fecha (1760). En las de 1761 existe en dos variantes, la comentada y otra donde se coloca en su lugar tradicional. Estas acuñaciones de oro se iniciaron en septiembre de 1760 con unos bustos realizados en México por el entonces responsable interino de la oficina de la talla de la Ceca, Alejo Bernabé Madero (por muerte de Francisco Monllor), lo cual podemos atestiguar porque el retrato monetario es idéntico a algunas medallas de proclamación que Madero firma para varias instituciones mexicanas (Herrera 75, 80, 82), aunque la colocación especial del Toisón no aparece en estas medallas, sino en otras del mismo autor (Herrera 75, 80, 82). Por ello, podemos decir que el retrato monetario de Carlos III en estas onzas es una mezcla de los dos tipos utilizados por Madero en sus medallas de proclamación (1760), que fueran previas en el tiempo a las primeras acuñaciones de onzas. Madero fue oficial de la Ceca mexicana durante muchos años, estudió en Madrid, en la Academia de San Fernando, y fue recomendado por Tomás Francisco Prieto para ocupar dicho cargo, siendo sustituido muchos años después por Gerónimo Antonio Gil.