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Cayón Subastas
December 2015 Auction  12 December 2015
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Lot 112

Starting price: 15 000 EUR
Lot unsold
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MONEDAS ESPAÑOLAS MEDIEVALES • MEDIEVAL SPANISH COINS •

JUAN I. Condado de Barcelona. Timbre de oro. (1396-1410). Perpiñán. A/IOANES : DEI : GRA REX : ARAGONVM. Rey estante sosteniendo cetro y globo crucífero, cortando la leyenda la cabeza coronada y los pies. R/cruz potenzada APPREENDE : ARMA : IN : ADIVTORIVM : M. Escudo de barras de Aragón bajo yelmo coronado y cimera de dragón. Cy1871. 3,94 g. Alabeada. Mejor que MBC/MBC. Rarísima. Único ejemplar completo, sin falta de masa, de los dos conocidos del primer tipo. Se conoce otro ejemplar, también sin falta de masa, del segundo tipo (colección Huntington, ex Hispanic Society).

El condado fue creado en el 801 por Carlomagno tras la conquista de la España septentrional, agregándolo al reino de Aquitania. Más tarde se formaría la Marca Hispánica. Carlos el Calvo, dividiendo, generó dos condados, entregando el segundo, Gothalania o Cataluña, a Wifredo el Velloso en el 874, donde tienen su origen los condes de Barcelona. Con el casamiento de Petronila y Ramón Berenguer IV, la hija de Ramiro rey de Aragón y el conde de Barcelona, se unió el condado a la corona de Aragón, hasta que en 1516 se incorporó definitivamente al reino de Castilla bajo la corona de Juana la Loca.
Podemos situar a Juan I como hijo de Pedro IV (III de Barcelona), hijo a su vez de Alfonso II. Juan rigió desde 1396 a 1410. Hay quien catalogaba esta pieza como de Juan II, lo que la situaría unas décadas más tarde, ya que el hijo de Fernando I, a su vez de Alfonso V, rigió desde 1458 a 1479. Pero entendemos que no es correcto.
De Juan I conocemos tres amonedaciones áureas. Este timbre, un florín y un medio florín. Estas amonedaciones surgieron como respuesta financiera y monetaria al exitoso uso del florín italiano. El mundo requería de una moneda de mayor poder adquisitivo que la amonedación argéntea, cuyo mayor exponente en la zona era el croat. El reino de Aragón se había quedado atrás... pero iba a remediarse con el florín que logró un éxito notable, al menos en la península. Sin embargo, el poder pretendió hacer su particular negocio de la sustracción del valor intrínseco de la moneda, es decir fue rebajando su contenido de oro para obtener más beneficio. El florín, que comenzó a acuñarse con 23 ¾ quilates, acabaría rebajándose hasta acuñarse con 18 quilates. Sin embargo, los beneficios también bajaron: de un margen de 3´5% en 1356 a apenas 1´5% con Juan I. Por eso se requería innovar. Y se acuñó el timbre de oro.
De nuevo nos situamos ante una pieza de estilo nada habitual en el monetario español, mostrando al rey prácticamente estante, como hemos visto también en el extraordinario lote 86, un estilo más moderno y europeo. Parece que el ensayador de esta pieza pudiera ser Antoni Baster, el encargado de la ceca de Perpiñán... aunque entendemos, por el estilo y gusto tan distinto, que deben ser dos manos distintas los que llevaron a cabo los dos diferentes tipos existentes. Lo que sí parece estar claro es que se aprobó la emisión de este timbre de oro en 1394, exactamente se data la autorización el 10 de noviembre. Otra orden que trae noticia del timbre es la que permite continuar la emisión, orden de 8 de febrero de 1395, y permite ampliarla a medios timbres y cuartos, de los cuales, a día de hoy, no tenemos noticia. También hay un tercer documento fechado dos días más tarde, 10 de febrero, que refiere que no hay espacio suficiente para la leyenda circundante que debía exhibirse, y solicitando que se pudiera suprimir parte de la misma, et scutum et exsurge, de forma que solo se leería apprehende arma in adivtorium michi.


La acuñación en oro debe ejecutarse con mayor pureza, 23 ¾ quilates, aunque luego parece que se rebajaría a apenas 22. Se debían tallar 58´5 piezas por marco, es decir de peso de oro superior al florín (que estaba ya en torno a 3´4 grs.). Y se establecía la relación de cambio, quedando la siguiente situación: si por un florín se daban 11 sueldos, por un timbre se debían dar 18 sueldos (aunque por su valor intrínseco debieran darse solo 15´6). Sin embargo, pronto los comerciantes comenzaron a no aceptar la nueva moneda, y de inmediato quedó patente su fracaso llegándose a eliminar su emisión. Su circulación, sin embargo, debió seguir hasta más allá de 1490, cuando al parecer consta en los valores de cambio que se admitía por los 15´5 sueldos de metal, es decir lo que realmente contenía, no lo que se quiso regular.
Heiss cita un ejemplar como de Juan II con un pedacito falto y peso de 352 centigramos, y le otorga un valor mercantil de 300 pesetas. Como curiosidad, ese mismo valor lo concede para piezas que nunca hemos visto como una onza de Mallorca de Carlos II o una media onza de Juana y Carlos de Barcelona con las columnas de Hércules en reverso por ejemplo... mientras otras piezas rarísimas que sí conocemos, como por ejemplo las onzas de Felipe III de Segovia y los 50 reales, los estima en 100 y 120 pesetas respectivamente. Es decir, Heiss sabe perfectamente que el timbre de oro es una pieza extraordinariamente rara, de notabilísimo interés numismático, y de elevadísima cotización por tanto, al menos el triple que una onza de Segovia de Felipe III o de un 50 reales.
Se conocen dos tipos diferentes de timbre de oro que bien podrían coincidir con las dos órdenes de emisión referidas (1394 y 1395). Así lo señala Vidal y Quadras (números 6016 y 6017) [aunque clasifica como Juan II] y Joaquim Botet (números 276 y 277). Un primer tipo, el de este ejemplar que se remata, es un estilo más medieval, si puede decirse, y la característica más llamativa es que el rey corta la leyenda por arriba y por abajo (cabeza y pies), y el escudo de Aragón del reverso no toca la orla de puntos, que además es una orla no especialmente definida, correcta pero no protagonista. El otro tipo de estilo más europeo y menos medieval, diríamos, inserta al rey dentro de la orla de puntos, sin cortar la leyenda del anverso, y el escudo de Aragón descansa sobre la orla del reverso, mientras que las orlas de ambas caras son mucho más definidas y llamativas.
Del segundo tipo era el ejemplar de la colección Huntington, ex Hispanic Society.
Del primer tipo conocemos este ejemplar y otro rematado casi veinte años atrás, ejemplar que tenía una pérdida de masa (faltando la parte de leyenda S : D en anverso -final del nombre del rey S y la D de Dios-), probablemente al que hace referencia Heiss en su descripción señalando como falta de masa. Ambos ejemplares son de distintos cuños.



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