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Cayón Subastas
December 2015 Auction  12 December 2015
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Lot 86

Starting price: 75 000 EUR
Lot unsold
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MONEDAS ESPAÑOLAS MEDIEVALES • MEDIEVAL SPANISH COINS •

PEDRO I. Sevilla. Dobla de 40 maravedís. Leyendas de anverso y reverso comenzando con cruz potenzada y siguiendo la leyenda PETRVS : DEI : GRACIA : REX : CASTELLE : E LEGIONIS:. Rey en pie de guerra, con armadura y espada dentro de ocho lóbulos. Cuarteles de castillo y leones en reverso, con la marca de ceca a las 6 dentro de los lóbulos. Cy1273 (este mismo ejemplar en impronta). 5,02 g. MBC+/EBC-. Único ejemplar conocido. Primera vez en venta pública.

Las casa de moneda Sevilla, previa a los Reyes Católicos y el Nuevo Mundo que cambió por completo el escenario, estaba situada junto a la llamada Plaza de Santo Tomás, cerca de lo que era, al parecer, el callejón del Agua, en el adarve que va al Alcázar. Allí se estableció por la cesión del lugar que realizó don Fernando IV, el Emplazado, con la específica función de que se labrase moneda a martillo y tijera. Ese momento, 1310 y más concretamente el 15 de septiembre, es la primera referencia en las fuentes al respecto, concediéndose también los primeros privilegios a los trabajadores.
Tras la reconquista de Sevilla, el Alcázar se convertiría en sede de la corona, donde se localizaba y escenificaba el poder, siendo lógica la ubicación de la casa de moneda ya que la emisión del numerario es, sin duda, muestra de poder. Pedro debió dar aires nuevos al lugar, recordemos, por ejemplo, que fue él quien llevó a cabo el proyecto del palacio mudéjar del Alcázar. Así que artísticamente encaja también con lo que comentaremos a continuación; que Pedro variara, aún siquiera para una emisión ad hoc, el tipo y el sistema del monetario.
Nombrado Rey de Castilla y León en Sevilla en 1350, 15 años después de haber nacido en Burgos, Pedro fue el mayor exponente del momento político tan extremadamente tenso en el que vivió. No solo lidió con sangrientas batallas políticas por el poder con su madre y hermano, Enrique de Trastámara, quien le daría muerte en 1369, sino que también tuvo una vida marital agitada al marginar de la corte y acabar abandonando a su esposa, doña Blanca de Borbón, para posteriormente mandar asesinarla, dejando también numerosos hijos bastardos. También protagonizó varios episodios extremadamente violentos como ejecutar delante de su madre a varios traidores, incluyendo la esposa de su hermano, la condesa de Trastámara; y dar muerte a los prisioneros para depurar traiciones y evitar futuras venganzas, yendo en contra de lo que se estilaba en la guerra entonces, que era ofrecerlos para ser rescatados obteniendo así un extra de botín.
La estupenda pieza que tenemos el honor de rematar en este lote es el único ejemplar conocido de este peculiar tipo de rey en pie de guerra o de a pie firme. Todos los catálogos ofrecen dibujos de este mismo y único ejemplar conocido (Cy ofrece un impronta). Algunos tienen esta rarísima acuñación áurea como especial amonedación para el pago de favores militares; precisamente en relación a la batalla en Nájera que mantuvo Pedro contra su hermano Enrique. Allí Pedro recibió la ayuda de Eduardo, Príncipe Negro de Gales, y para pagar dichos servicios pudiera haberse emitido y entregado esta serie. Es una teoría, entendemos que sólida.
Tenemos que tener en cuenta que la amonedación de Pedro puede dividirse en dos periodos: antes y después de 1366. El sistema monetario venía dado por su estabilidad y amplia aceptación. Sin embargo tras las guerras surgen las necesidades de financiación, y de ahí la modificación del sistema.


Entendemos que es más probable que la acuñación de este ejemplar se encuadre en ese segundo periodo y como necesidad de hacer pagos al exterior, bien pudiera ser esa la razón de que el peso sea comparable a otros numerarios europeos. De ahí que se introduzca un nuevo tipo que difiere de la acuñación castellana y se asemeja a otras acuñaciones como por ejemplo algunas piezas francesas (no sólo al San Juan de los florines, sino a alguna otra acuñación áurea también) o incluso algunos ejemplares coetáneos portugueses... o incluso también, ¿casualidad?, a la piezas de Aquitania francesa de Eduardo, Príncipe Negro de Gales, donde se muestra un rey estante cruzando un pórtico... En todo caso, este nuevo tipo nada usual en el monetario español sin duda, muestra, no el busto del monarca (que tiene su origen en la numismática en el Imperio Romano) sino la estampa completa, realzando la figura del rey en pie de guerra, mostrándose, diríamos, orgulloso, altivo, desafiante.
El detalle y teorías que siguen a continuación pueden leerse en la Gaceta Numismática número 42, de 1976: artículos de A. Orol y F. X. Calicó que reproducen este mismo ejemplar; y en la número 44, de 1977: artículos de L. Villaronga y L. Domingo Figuerola.
El tipo de casco con yelmo y bacinete que puede advertirse en la figura estaba relegado, en la segunda mitad del siglo XIV, para torneos y combates a caballo. Es decir, se presenta al rey de a pie firme, a modo de caballero, parece que con intención de desenvainar la espada, pero sin símbolos de realeza, ni siquiera la corona. Singular representación, sin duda alguna, que bien encajaría con ese espíritu inquieto de Pedro como muestra el introducir en la arquitectura el mencionado palacio mudéjar, así como el nuevo estilo y peculiaridades en la amonedación argéntea.
Ya hemos mencionado la más que probable necesidad de financiación como hecho causante de esta amonedación. Se altera e innova en el estilo y la representación, y se modifica el peso, yéndose hasta los 5 grs., peso que sí puede verse en otras piezas no españolas. Hay un hecho importante que pudiera ser otra pieza del puzzle que encaja en esta idea. El 22 de junio de 1362 se firmó en Londres un tratado con Eduardo III de Inglaterra. Eduardo tenía posesiones en Francia, el referido Ducado de Aquitania (limítrofe con el reino de Pedro). Este tratado sirvió de base para la defensa de la invasión y toma por el norte de tropas de Pedro IV de Aragón junto con Enrique, el hermano de Pedro. El 16 de marzo de 1366 el Trastámara fue proclamado rey de Castilla en Calahorra (Enrique II), llegando hasta Sevilla. Pedro, desde Toledo, se reorganizó, renegoció, concretándolos, una serie de acuerdos con el rey de Navarra y Eduardo. El Príncipe de Gales obtendría Bermeo, Lequeitio, Bilbao y Castro Urdiales, además de la financiación y el pago de los militares. Las numerosas tropas cruzaron el Pirineo en febrero de 1367 (el grueso lo formaron las tropas encabezadas por Pedro I, el Príncipe de Gales, el duque de Lancaster, el condestable de Aquitania, el infante de Mallorca y el conde de Armagnac). El 3 de abril la batalla se localizó en Nájera, siendo Enrique arrasado. Pedro volvió a su Sevilla. Allí limpió con sangrientas venganzas la traición de nobles y cuantos rindieron pleitesía al Trastámara. Debido a diferentes desacuerdos, y a que Pedro no concedió lo acordado sobre los dominios mencionados, las tropas abandonaron a Pedro a los cuatro meses, y el Trastámara, desde Francia, volvió a animarse y volvió a Castilla. Todo acabaría, como hemos indicado, forzando a Pedro a retroceder hasta refugiarse en Montiel, donde moriría ejecutado por su hermano Enrique en marzo de 1369.
En resumen: conociendo la situación bélica, la ayuda extranjera, los desacuerdos y abandono de los aliados a las cuatro meses de terminar la reconquista de Sevilla... y teniendo por obvio que a las tropas habría que haberlas pagarlas algo para empezar y mientras se avanzaba en la guerra (aunque luego se incumpliera parte o la mayor parte y por eso abandonaran), y aunque otras partes de los acuerdos (la entrega de dominios) no se cumplieran... ante esa situación, parece lógico pensar que algo de dinero debieron haber recibido... aunque hay autores que lo niegan.
También se sabe que las tropas aliadas del Trastámara cobraron tres cientos mil florines, así que una cantidad similar, sino superior, acordaría Pedro con Eduardo y el resto de apoyos militares que recibió. Se menciona que el acuerdo inicial era de quinientos mil florines para Eduardo y doscientos mil para el rey de Navarra.
Por otro lado, las monedas que usaban las tropas del Príncipe Negro (en las posesiones franceses, de donde vinieron, corría el ecu de oro y el gran franco de oro, de 4´5 y 5 grs.) sí eran acordes a los 5 grs. de los nuevos 40 maravedís. Por eso entendemos que es muy factible esta teoría: que se acuñara la nueva moneda para pagar a los extranjeros, que la aceptarían porque era de similares características a la suya, y de hecho podrían fundirla para convertirla si fuese necesario usarla fuera de la península como sería lógico que hiciesen al regresar a sus casas, fundiendo el Pedro de a pie para acuñar moneda propia.
Efectivamente hay piezas acuñadas por el Príncipe Negro en el sur de Francia que se acuñaron en Bordeaux, Poitiers y La Rochelle siguiendo la métrica que, en el segundo tercio del siglo XIV, regía (5 g.); el pavillon. De hecho se conocen tesoros en la zona de actuación de los militares de Eduardo, llamados la Gran Compañía. En esos tesoros aparecieron pavillon del Príncipe Negro de peso similar a la dobla de Pedro, pero nunca se hallaron piezas castellanas.
Así las cosas, si encaja en esta teoría de acuñación para pago de servicios exteriores a los ingleses venidos de Francia, la nueva moneda se acuñaría justo con la toma de Sevilla y la estancia de Pedro allí (verano de 1367), mostrando al rey guerrero, recién descabalgado de su caballo tras la victoria y, desafiante, comenzando la cruda ejecución de los traidores.
Otra teoría es contraria, y refiere más bien la idea de la nueva moneda como modo de incluirse en la corriente europea, al seguir otras acuñaciones -en especial las del Príncipe Negro-, es decir como medida política innovadora para europeizarse. Esta teoría dataría la acuñación entre noviembre de 1362 y verano de 1366 como tentativa de modernizar el sistema monetario siguiendo la acuñación de los aliados, mostrando la peculiaridad del rey y el periodo histórico en el que Pedro se siente fuerte en Castilla, antes de la invasión de Enrique en 1366. Esta teoría reniega así de la clasificación de esta pieza como 40 maravedís, y simplemente la entiende como una nueva moneda que abandona el patrón castellano para hacerse europea.

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