Watch List notes:

LOS AUSTRIAS

FELIPE IV. Madrid. 8 escudos. 1645 sobre 3. B. Ceca sobre ensayador y entre puntos a la izquierda del escudo y valor en arábigo a la derecha, también acotado por puntos. En las leyendas, la D del anverso girada al igual que el 4 de la fecha. Cy6797. Tauler 24a Pag.427 misma pieza (20.000 €). 27,1 g. EBC, restos de brillo original. Tono. Rarísima, solo conocemos dos ejemplares; el otro en una condición muy inferior a éste. Soberbia.

El año en que murieron Francisco de Quevedo y el Conde Duque de Olivares, la anticuada ceca de Madrid de la calle de la Puente de Segovia números 2 y 3, produjo tan solo los valores de dos y ocho escudos, que son hoy de la más altar rareza, en lo que se refiere a las acuñaciones áureas.
Es interesante advertir el por qué de las acuñaciones de 8 escudos en Madrid. La primera de todas las onzas madrileñas es de 1632, y en esta década se acuñan los años 1633, 35, 37 y 39 que curiosamente coinciden con las fechas en que Segovia lamina onzas en su Ingenio (existe la onza segoviana de 1636 y no se conoce la madrileña pero no dudamos de su existencia). En la década siguiente sucede todo lo contrario; Segovia deja de acuñar y Madrid lo hace todos los años del decenio.
Responde a esta ausencia el trabajo de Carlos Álvarez Nogal, "Los banqueros de Felipe IV y los metales americanos. 1621-1665", Madrid, 1997. En 1640, tras las rebeliones de Cataluña y Portugal, se consideró menester cambiar la política económica, de manera que la Real Hacienda, a través de la Tesorería General de Madrid, decidió asumir directamente los pagos de la deuda; primero por el desprestigio en que había caído la Casa de Contratación de Sevilla, segundo por la importancia económica que comenzaba a tener la capital, y tercero, y más importante, porque al hacer los pagos directamente a través de Madrid, se pretendía agilizar el sistema crediticio que ahogaba a la Corte.
Por otro lado, los años en torno a 1645 son especialmente activos en Palacio pues el rey gustó de cambiar la decoración de sus estancias (con los gastos y pagos que esto acarreaba) empeño al que, al poco, se dedicó Diego de Silva Velázquez en Italia.
La onza de 1645 es la única que lleva el 4 tumbado. El anverso de esta moneda está acuñado con un troquel que se había estado utilizando en la ceca de manera intermitente desde 1640, como se puede apreciar claramente al tener la letra D clavada al revés en el título del rey. Hemos tenido oportunidad de estudiar un 8 escudos de 1640 labrado con el mismo cuño en las colecciones del Museo del Hermitage, San Petersburgo. El ensayador B es Juan Bautista Berniches.